Instrumentos de amor y misericordia

amor

«Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí» (Jonás 1:1-2)

El apóstol Pablo, en su primera carta a la iglesia en Corinto, nos enseña sobre la preminencia e importancia del amor en la vida y servicio a Dios. Sin él, cada acción, por más piadosa o grandiosa que sea, carecería de valor y contenido.

Es una verdad alarmante. Las Escrituras nos advierten sobre la posibilidad de vivir y actuar sin amor; orar, estudiar la Biblia, o incluso ejercer poderosos ministerios, prescindiendo de este elemento. De hecho, el más importante.

La historia de Jonás nos brinda un ejemplo de una persona que realiza un servicio a Dios, pero que carece de compasión, misericordia y amor.

Jonás, un hombre hebreo temeroso del Señor, tras recibir una orden de Dios, huye hacia la ciudad de Tarsis, embarcándose junto a otros que se dirigían a tal lugar. En medio de una tormenta, Jonás es arrojado al mar, un enorme pez lo traga y luego vomita en tierra firme. Escucha la orden del Señor por segunda vez, y la obedece. Va a la gran ciudad de Nínive, cuya población, tras escuchar el mensaje, se convierte de su maldad en genuino arrepentimiento. El profeta no se goza ni conmueve por dicha reacción; se enfurece y desea morir. Por ello, fue necesario que Dios le enseñara sobre la compasión mediante una planta.

Es posible que, durante nuestra vida cristiana, en nuestras labores piadosas e incluso en medio de nuestra obediencia al Señor, también necesitemos aprender una lección de amor y compasión. Debemos comprender que, sin amor de nada sirve expresarse en todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles; hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos; servir a los pobres o dedicarse por entero a ayudar a otros.

Procuremos ser siempre instrumentos de amor y misericordia, para gloria de Dios Padre.

Lea: 1 Corintios 13

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