Crianza en responsabilidad

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Instruye al niño en su camino y aun cuando fuere viejo no se apartará de el (Prov 22:6)

Hace mucho tiempo que ronda en mi cabeza el tema sobre la diferencia que tenemos los cristianos con las personas que no siguen a Cristo, y en este sentido como maestra de escuela dominical y profesora de profesión me ha llamado la atención la actitud de los padres cristianos hacia sus hijos.

Lo primero que todos debemos saber, es que los niños están sujetos a la naturaleza caída de la humanidad, ellos TAMBIÉN necesitan a Cristo, deben ser redimidos por su sangre. La salvación no se transmite por herencia sanguínea. Los niños necesitan ir a Cristo, no se lo impidamos (Mateo 19:14).

No importa la edad, todos necesitan de Dios.

Desde la niñez has sabido las sagradas escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para salvación por la fe que es en Cristo Jesús (2 Timoteo 3:15)

He visto tristemente como en las Iglesias los padres subestiman a sus hijos, los niños no saben orar, no conocen quien es Jesús, no respetan el tiempo en que alabamos a Dios como congregación. Saben más de la televisión, de dibujos animados, de Santa Claus que de las sagradas escrituras.

Cuando he preguntado “¿Por qué sus hijos se comportan así?”, me han respondido que son muy pequeños, que quizás no entiendan las cosas de Dios. No hermanos, sus hijos no son lo suficientemente pequeños para conocer de Cristo, usted con su bebé puede orar, cantar alabanzas. Usted puede enseñar de las escrituras a sus hijos, enseñarles que hay tiempo para todo, que debemos amar a nuestro Dios con todo nuestro ser, que se debemos guardar respeto y reverencia a nuestro Señor en todo lugar. No pongamos todos sus esfuerzos en enseñarle los colores, los números o que aprendan a leer, instruyámoslos en el temor a Dios y en el conocimiento de su palabra (Deut 6:6-7).

La corrección es necesaria

«El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano lo corrige». (Proverbios 13:24)

La psicología moderna nos plantea interrogantes en torno a la corrección de los niños, nos habla de dejar fuera las conductas violentas y golpes, haciendo alusión a la inestabilidad emocional de los pequeños, a su situación de inferioridad corporal y de fuerza en torno a sus padres. En cierto sentido su diagnóstico no es errado, pero la Biblia nos insta a corregir con vara a los niños, de esta manera no avergonzará a sus padres en un futuro (Prov 29:15). No es una invitación al maltrato infantil, que quede claro, pero su hijo debe saber cuales son los límites. No es cortar las alas a sus hijos, si no criarlos como personas que respeten a aquellos que están a su alrededor y que sepan que sus acciones tienen consecuencias.

Las escrituras nos hablan de que Dios a quien ama castiga (Hebr 12:6). Cuando Cristo habla sobre la vid verdadera, menciona que el labrador poda a los sarmientos (Jn 15:2), la corrección no es un tema alejado de las escrituras, si no mas bien algo recurrente. Nadie puede negar que la corrección duele en el momento, pero luego trae frutos, si sus hijos no saben que están actuando de mala manera su actitud no cambiará, muchas veces las palabras no bastan, debemos pensar que como en todo ser humano el niño lucha con su egoísmo y pretende que su palabra o actitud reine. No le niegue a su hijo la posibilidad de llevar frutos de obediencia delante de Dios.

Culpabilidad y crianza no van de la mano

La vara y la corrección dan sabiduría, más el muchacho consentido avergonzará a su madre (Prov 29:15)

En nuestra sociedad occidental, es normal que ambos padres trabajen, ya sea por la alta calidad de vida que llevamos, o queremos lograr. Esto hace que pasen pocas horas del día junto a sus hijos, y cuando los ven ya están cansados, no pudiendo entregarse como pretenden. La culpa va creciendo de manera casi natural en la crianza, y de manera casi instintiva e inconsciente le regalamos todo lo que el niño pide, o lo que creemos que quiere. Sólo puedo decirle que alguien que siempre tiene lo que quiere, en un futuro sólo será un manipulador, consentido, no tendrá problemas en hacer lo que sea para conseguir lo que piensa.

¿Suena un poco rebuscado y extremo?, pero no es alejado a la realidad. Si usted pasa pocas horas con sus hijos, esfuércese en darles amor, orar, jugar, etc. Conforme pasan los años, los recuerdos se irán perdiendo quedando en la mente de sus hijos los más significativos, y no serán las miles de Barbies que tuvo.  De seguro lo que nunca olvidará será que usted estaba para ellos, que jugaban, caminaban de la mano etc.

Tampoco se conforme con que le da “tiempo de calidad”, los niños también necesitan cantidad, la contención y el apego no es sólo de la madre al dar de mamar, si no que se puede extender hasta la primeros años de la edad escolar, si su trabajo es muy demandante, ore a Dios para que le pueda administrar bien su tiempo, o que le de otro. No se conforme con un fin de semana, la vida es corta y los hijos crecen rápido.

Acepte consejos de personas mayores

Escucha el consejo y acepta la corrección, para que seas sabio el resto de tus días (Prov 19:20)

Los ancianos de nuestra iglesia, o aquellos que ya han criado hijos, tienen muchos consejos para usted, si bien cada niño es distinto, aprender desde otras experiencias hará que se mantenga vivo el “edificarse unos con otros”. No haga oídos sordos, somos un cuerpo y nos necesitamos.

Por otro lado si usted es abuelo/a deberá seguir criando a sus generaciones en torno a la palabra y el temor a Dios, no malcriando como suele ocurrir, esto significa que la última palabra siempre es de los padres, y no sus deseos. Los abuelos pueden consentir, regalar, pero no dañar la relación de los padres y sus hijos.

Orar por sus hijos en todo tiempo y ser ejemplo

Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.

 (1 Jn 4:14)

Los hijos son el reflejo sus padres, aprenden por repetición. Examine su vida espiritual y el ejercicio de esta, para que así su hijo aprenda buenas conductas.

Comprométase con la educación de sus hijos. Si bien el mandato de Dios fue a multiplicarse y fructificar, Cristo nos dejó una misión de hacer discípulo a toda criatura, nuestros niños deben ser discípulo de Cristo, así como usted también lo es. Su mayor énfasis siempre debe ser ese, sus hijos irán al colegio y deben ayudarlos, pero estarán horas y horas enfrentados a diversas tentaciones y problemas en los cuales no les servirá dividir, multiplicar, saber las fechas importantes.

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